Dentro del mundo del Renacimiento, la figura del pintor florentino Leonardo da Vinci simbolizó al hombre que despertó muy pronto, mientras la mayoría de sus contemporáneos dormían la oscuridad del medioevo.
Como genio multiforme -artista, arquitecto, músico, médico, ingeniero, diseñador e inventor- consiguió fusionar en su amplia obra las ciencias y las artes.
Como genio multiforme -artista, arquitecto, músico, médico, ingeniero, diseñador e inventor- consiguió fusionar en su amplia obra las ciencias y las artes.
Los manuscritos de Da Vinci, conservados celosamente en el museo francés Clos-Lucé, en Amboise, localidad donde murió a la edad de 67 años, son harto reveladores de su capacidad
Podría añadir que muchos de sus ingenios, tanto para explorar las técnicas pictóricas como las de la hidráulica, la anatomía, la escultura o la mecánica, necesitaron más de dos siglos para ser comprendidos.
Inventor de la llave de tuercas, autor del famoso cuadro Monna Lisa, padre del anemómetro, o soñador del cambio de velocidad, por apenas citar una ínfima parte de cuanto aportó a la sociedad de entonces.
También Da Vinci, aunque usted lo ponga en dudas, estableció singular analogía con determinados útiles o implementos deportivos del presente
En el año 1486 se sintió atraído por el vuelo de los pájaros y el resultado de los estudios lo llevaron a esbozar los principios de la aeronáutica.
Más tarde, entre 1510 y 1515 diseñó el planeador, cuyas ilustraciones constituyeron la primera descripción del vuelo controlado, similar al desarrollo posterior de la aviación por medio de las espectaculares alas delta.
Algunos historiadores insisten en calificar a este profeta de la era industrial como un hombre que tenía un concepto sombrío del futuro, pues la mayor parte de sus descubrimientos perseguían fines guerreros.
Sin embargo, cuando leemos: "subyugar el aire y elevarse por encima de él, con grandes alas logrará (el hombre) vencer su resistencia", comprendemos que el paracaídas y la máquina voladora fueron concebidos con otras miras.
En uno de los salones del citado museo Clos-Lucé cuelga del techo el bisabuelo de todos los paracaídas, hecho de madera y tela, con forma de cono. Si lo comparamos con los modernos, observaremos que al diseño del genio se añadieron la abertura superior y las cuerdas encargadas de dirigir la trayectoria.
Ese boceto del paracaídas piramidal, inspirado en la tienda de campaña, aparece esbozado en el códice Atlanticus y fue realizado en 1845, donde al margen del dibujo el autor apuntó:
"Por poco que tenga una tienda de tela, en la que todas las aberturas hayan sido tapadas, y que ésta tenga 12 brazas de diagonal (aproximadamente seis metros) por 12 de alto, podrá lanzarse desde no importa qué altura sin temor a ninguna herida.
La aplicación de algunas invenciones en la superficie o en las profundidades marinas permite asegurar que, además, perfeccionó equipos de inmersión capaces de alcanzar sorprendente modernismo.
Lo último queda integrado por una cúpula flotante con varios orificios y otros tubos reforzados, que conducen a un sistema de válvulas que posibilitan la inspiración y la expiración.
Tal equipo lo complementa el traje de inmersión, con botas y un pantalón en el cual existían precisiones para las necesidades naturales, destacados en el propio códice Atlanticus.
En idéntica medida encontramos el esbozo del salvavidas, utilizado por un individuo que adopta la posición del estilo de natación crawl (libre).
La caricatura de un joven en traje renacentista sobre un implemento de dos ruedas, trazadas con un compás, y las llantas de ocho radios que aparecen coloreadas, ofrecen la sorprendente revelación de la bicicleta
Una extraña forma de T, unidora de la rueda delantera por dos tallos arqueados, es el principal elemento que permite interpretar el funcionamiento del artefacto desde un tercer punto de apoyo en el centro del chasis.
Ahí se encuentra otra rueda provista de gruesos dientes de madera, cúbicos y sin puntas, con dos pedales unidos mediante una cadena a otra rueda de menor tamaño.
Aunque la paternidad de la pelota, pateada hace años por los futbolistas, es atribuida a los chinos en la antigüedad, entre los dibujos de Leonardo da Vinci, pertenecientes a 1509 e ilustradores de la obra De divina proportione (Luca Pacioli), figuran numerosos poliedros regulares e irregulares.
En dicho esquema, formado por 12 pentágonos y 20 exágonos, es destacable la coincidencia con el actual diseño del balón, y quién pone en dudas la hipótesis de que Da Vinci conoció en su natal Florencia los partidos del calcio en la Plaza Della Signaria.
¿Acaso sus conocimientos de geometría le permitieron proponer una forma poliédrica y con ello dar solución al problema?
La gran dificultad para asegurar la totalidad de las invenciones planteadas radica en la publicación de sus cuadernos en los años finales del siglo XIX, momento cuando muchos científicos reinventaron lo antes creado por él.
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