
No obstante la realidad presente en ese futuro inmediato que aguarda es completamente distinta, los mercados y las empresas están orientándose cada vez más a poseer personal capacitado en múltiples áreas para así poder afrontar los retos que constantemente aparecen debido al avance inevitable de la competencia, la tecnología y el conocimiento.
El mundo ya no requiere de personas que posean una visión unidimensional del entorno, eso funcionó en el pasado y fue la base de la creación de grandes equipos multidisciplinarios que atacaban problemas o retos en diferentes áreas.
Pero la tendencia que se inició en los años 80 del siglo XX exige hacer más con menos y eso incluye a las personas. Si se posee un número limitado de colaboradores que poseen una visión amplia y compleja de las organizaciones y los escenarios donde esta se desenvuelve sería el equivalente a tener en una misma área a un amplio grupo de especialistas ofreciendo sus opiniones y esperando lograr el consenso de la mayoría.

En el presente, uno de los medios más acertados para lograr poseer esa visión 360 que en el pasado experimentaron los pensadores e inventores en las distintas épocas, se encuentra en la realización constante y diversificada de estudios de postgrados y en el ejercicio personal y particular del conocimiento que surja de esas actividades.

Es por ello que hoy no resulta extraño observar a médicos, abogados, ingenieros y otras ramas que parecían estar divorciadas del tema administrativo presentes en maestrías de administración de negocios (MBA).

Poseer un título universitario no forma al genio, esa es otra verdad inmutable, simplemente da herramientas y datos al individuo para que este pueda armar con cierta facilidad una parte del rompecabezas. Pero no todo. Para ello se requiere estar en constante preparación, poder observar los escenarios desde una perspectiva tridimensional que permita no dejar sin explorar todo sus lados. Sólo así se será un verdadero profesional.
Un profesional completo y multihabilidoso. El profesional que requieren los mercados, las empresas y las organizaciones del siglo XXI y que, de manera irónica, no dista en lo absoluto del perfil que poseía un hombre del renacimiento como lo fue Leonardo Da Vinci.
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